Discutir por todo. Elisa Vaca López
Uno de los motivos por el que acuden muchas parejas a nosotros es por las numerosas discusiones de ocurrencia diaria o semanal, que sin ser por ningún motivo importante, llegan a deteriorar la relación de pareja y el día a día.
Nos comentan que parecen haber entrado en una espiral de la que no saben salir, cualquier cosa es motivo de discusión, puede ser porque se le olvidó poner la lavadora, o por ir a comer a un restaurante y que la comida no estaba como esperaba.
Una vez que se ha entrado en esta espiral sin salida, se quedan atrapados, es muy difícil salir de ahí sin una ayuda externa y profesional, pues los amigos o familias muchas veces empeoran las cosas, al tomar partido por uno de los miembros de la pareja, el cual, se polariza y cree estar en posesión de la verdad, lo que dificulta en mayor medida el acercamiento de las partes.
Llegados a este punto, es muy difícil llegar a un entendimiento, pues ambos, se encuentran a la defensiva y reciben cualquier movimiento del otro como un posible ataque, parece que ya no se puede decir nada, porque se diga lo que se diga, se va a discutir.
La comunicación y el entendimiento con el otro empeoran, y cada pequeña aproximación, al final, es un alejamiento mayor.
Entonces ¿qué es lo mejor en este punto?
Pues dejar de discutir, porque no va a aportar nada nuevo y aprender nuevas formas de comunicación que os permitan expresar lo que queréis sin que el otro se lo tome a mal y aprender a expresarse de modo que el otro entienda vuestra forma de ver las cosas.
Esto requiere un desaprendizaje de las formas de comunicación que no son adaptativas y un entrenamiento en nuevas formas de comunicación. Generalmente suelen ser 10 sesiones de entrenamiento, que se realizan una vez a la semana. ¿Os animáis?
Os esperamos.