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Cambio rápido vs. cambio duradero

¿Qué es preferible, una gratificación pequeña pero inmediata o una gratificación mayor pero para la cual haya que esperar un tiempo?

 Como contestación a esta cuestión, quizá no haya una respuesta correcta, sino que más bien ésta dependa de las circunstancias en las que se tome dicha decisión. No obstante, cuando se habla de un tratamiento psicológico sí parece que es preferible un cambio más lento pero profundo, que permita obtener resultados duraderos en el tiempo, especialmente cuando se trata de casos en los que la problemática dada viene de largo y afecta a los sujetos desde hace bastante tiempo (se diferencia aquí de un problema concreto y acotado de corta duración). Esto no significa que desde el comienzo no existan cambios, que sí los habrá, significa que para lograr la mejor modificación posible será necesario un tiempo algo más prolongado de trabajo conjunto que permita igualmente lograr una variación más profunda.

 Sin embargo, a menudo cuando una pareja se comienza a plantear acudir a terapia para solucionar sus problemas conyugales la necesidad que en mayor medida y que habitualmente se plantea en primer lugar es la de “necesitamos cambios rápidos” , “no podemos seguir así y necesitamos que esto cambie ya”. Este tipo de ideas vienen dadas en gran medida por la sociedad en la que vivimos actualmente, en la que se tiende a la inmediatez y a la no posibilidad de la postergación; parece que todo ha de ser ya y si no es así no es válido.

 Ahora bien, es necesario tener en cuenta que el pensar de este modo conlleva generalmente una serie de inconvenientes que frecuentemente no son valorados, y que pueden hacer que el cambio deseado no sea de un carácter estable y duradero, que a fin de cuentas es lo que se desea, “que esto no vuelva a ocurrir”. Entre tales inconvenientes es posible encontrar:

  • Consecución únicamente de cambios superficiales, quizá más a nivel comportamental, que no permitan el cambio de estructura y funcionamiento (cambio tipo 1).

  • Imposibilidad de consecución de cambios más profundos, los cuales probablemente sean los que estén incidiendo en el mantenimiento del problema, y que permitan el cambio de estructura y funcionamiento (cambio tipo 2).

  • Consecución de cambios quizá poco sostenibles.

  • Riesgo de tránsito de una terapia a otra y de un profesional a otro, sin lograr una modificación y mejora, hecho que podría conducir a la concepción de no solución del problema.

Aida Mañero Ocarranza

Psicóloga

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