¿QUÉ ES LA MEDIACIÓN FAMILIAR? Aida Mañero Ocarranza
Tanto las familias como los miembros integrantes de las mismas atraviesan a lo largo de su desarrollo una serie de etapas las cuales dotan, a nivel grupal e individual, esto es, al sistema en sí y a sus partes individuales, de unas habilidades y unos recursos, necesarios a su vez para afrontar con éxito la etapa posterior.
Sin embargo en estas fases, además de aprender y adquirir tanto conocimientos como destrezas nuevas, aparecen igualmente determinados obstáculos generadores de mayor o menor estrés (de ahí que también sean llamados estresores), los cuales es necesario sortear y afrontar de forma eficaz para que el sistema no se vea dañado de forma significativa. Estos estresores que hacen que el sistema familiar en ocasiones se “tambalee” y se desborde pueden ser de dos tipos:
– Normativos: aquellos obstáculos más o menos previsibles que aparecen en las transiciones de una fase vital a otra.
– No normativos: son aquellos obstáculos imprebisibles, que aparecen de forma inesperada y dificultan el desarrollo adaptativo de la familia, la cual ha de redirigir todos sus esfuerzos hacia ese obstáculo.
Así pues, como se observa hay obstáculos en el camino los cuales la familia y sus miembros son capaces de resolver y afrontar por sí mismos, pero sin embargo, existen otras dificultades con las que la familia parece que se “atasca” y con las que, por más que se intentan soluciones nunca se consigue el resultado esperado. De este modo esas dificultades, debido al malestar y el estrés que generan, es probable que deriven en conflictos que terminen afectando de un modo u otro a parte o a toda la familia al completo, la cual llega a un punto en el que no se ve capaz ni de encontrar solución ni de llegar a acuerdos por sí sola.
En estos casos, junto con algunos otros, es cuando se hace especialmente útil la ayuda externa, neutral e imparcial de un mediador formado en la resolución de conflictos, el cual mediante un proceso en el que las partes implicadas aceptan voluntaria y explícitamente dicha ayuda, favorece vías de comunicación, acuerdos y consensos sin tomar en ningún momento él decisiones, sino que son los miembros participantes los que deciden sobre los temas abordados.
Mediante los procesos de mediación se consiguen por tanto enfrentar los diversos problemas y crisis surgidos en el seno familiar, llegando a acuerdos y consensos, con el menor coste emocional posible. De este modo se evita el deterioro de las relaciones entre las partes en conflicto, de una forma relativamente rápida, flexible y efectiva todo ello en un entorno y en un contexto confortable y relajado que permita la adecuada comunicación y expresión, dando cabida a todos y cada uno de los miembros involucrados que deseen participar.
En ocasiones el formar parte del conflicto genera una gran emoción que imposibilita ver el camino, el mediador externo especializado facilita dicha visión.