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El peligro de los “debería” en la pareja. Aida Mañero Ocarranza

La pareja constituye para muchos individuos uno de los pilares que más seguridad proporciona y en dónde un mayor nivel de confianza puede existir. Así pues, es frecuente encontrar la idea de que un conocimiento absoluto sobre todo lo relativo a la propia pareja  y viceversa conducirá a la compenetración perfecta y a esta confianza y seguridad soñada. Sin embargo, esta idea puede constituir un arma de doble filo y, del mismo modo puede encerrar algunos mitos sobre la pareja los cuales, lejos de ayudar a su mantenimiento y buena salud, pueden generar conflictos y malestar en la misma.

Algunos de esos mitos a los que puede conducir la creencia del absoluto conocimiento son los relacionados con los “debería”:

–        “Después de tanto tiempo, debería conocer todo lo que piensa mi pareja”

–        “Es mi media naranja, debería saber siempre lo que siente mi pareja”

–        “Llevamos muchos años juntos, mi pareja debería conocer todo lo que yo pienso y siento en cada momento”

En el fondo de todas estas expresiones observadas frecuentemente en la práctica clínica diaria, es posible vislumbrar una exigencia para con uno mismo, porque he de saberlo todo sobre mi cónyuge y si no es así soy una mala pareja, y hacia el otro miembro igualmente, porque si no sabe lo que siento o pienso es que no sabe ponerse en mi lugar ni me entiende, la cual ya por si sola en caso muy probable de no cumplimiento, puesto que es imposible conocer siempre lo que el otro piensa o siente por muy bien que se le conozca, va a generar un conflicto por interpretar lo dicho en líneas anteriores.

De este modo, los errores en los que se incurren pensando de este modo son los siguientes:

–        Empleo de términos absolutos como “todo”, “siempre”…

–        Creencia de que porque se conozca mucho a alguien se puede estar “dentro de su cabeza” (adivinación del pensamiento).

–        Interpretaciones de diferente tipo, dando por hecho que se sabe lo que el otro está pensando o sintiendo.

En contraposición, aquello que puede resultar útil para no caer en las citadas trampas a menudo generadoras de malestar y conflicto es:

–        Eliminación del uso de términos absolutos.

–        Empleo de preguntas del tipo “¿con esto que me estás diciendo quieres decir…?”

–        Empleo de expresiones que permitan concretar cómo se siente uno mismo.

 

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